Episodio 88 : The XX

Antes de comenzar quiero comentar la noticia de la muerte de Andrés Montes (no lograba creérmelo). Me despierto el sábado con fiebre, sin apenas poder respirar y me entero que Andrés ha fallecido. Desde el CdR quiero expresar mi pesar por esta muerte. El baloncesto es otra de mis muchas aficiones. Siendo un crio comencé a ver esas retransmisiones de los partidos de la NBA, que Televisión Española nos traía de la mano de Ramón Trecet. Unos años más tarde Canal Plus comenzó a emitir, de la mano de Andrés y Daimiel, partidos de la NBA. En fin, la de noches de imsonnio que he pasado con este tío. Qué grandes momentos baloncestísticos he vivido junto a él. Conocido en el mundo entero. Odiado y querido por igual. A veces yo mismo me sorprendía al encontrar en mí ambos sentimientos. Con su peculiar, única y característica manera de retrasmitir no dejaba indiferente a nadie. Pero ante todo, era un profesional como la copa de un pino. Una de las personas que más sabía del deporte en general y del baloncesto en particular. Os dejo su diccionario, aseguro que no tiene desperdicio. Sin él la vida seguirá siendo algo menos maravillosa.






Hoy nos alejaremos un poco de esos sonidos fiesteros con los que suelo comenzar la semana. No está el horno para bollos. Un resfriado me ha tenido convaleciente todo el finde. Y eso me jode un montón. No sólo por el resfriado, que ya de por sí es una jodienda. Si hay algo que lleve peor que los lunes, es ponerme malo en fin de semana. Y los lunes que uno comienza ya medio jodido, sin recuperarse del todo, son lo peor de lo peor de lo peor de lo peor,.... así hasta el infinito y mas allá.
Todos los planes del finde al traste. Deseando que llegue el mismo para acabar metido en la cama. Con la única compañía de una tal Couldina (nombre de un antigripal, no piensen en una fémina), una montaña de kleenex, un termómetro y dos tipos de sudores (frios y calientes) según se fuera o viniese la fiebre . Ah!! y con la música oscura de estos cuatro mancebos/as llamados The XX.





Parece ser que esta banda son la última sensación planetaria. Normalmente huyo de los grupos de los que todo el mundo habla. Esto siempre ha sido así. Cierto es que suelo escuchar algo de estos grupos, pero más que nada para comprobar si hay algo tras la polvareda que han levantado. Y a veces ocurre, que tras esa polvareda se esconde un gran grupo y un gran álbum. Ese es el caso de esta banda. Dos chicos y dos chicas de apenas veinte años provenientes de Londres. Parece ser que se se conocieron en el Elliott School, famoso lugar de donde han salido artistas de la talla de Hot Chip, Four Tet o Burial. También he podido leer que les contrató el dueño de una pequeña discográfica (Young Turks), quién no les metió prisa para la realización del disco. Les dejó la llave del estudio y se despidió de ellos con un "cuando lo tengaís acabado me avisaís". Tardaron dos años en terminarlo. Dos años donde fueron completamente libres para realizarlo como quisieran. Y tanto fue así que acabaron produciéndolo ellos mismos. Dos años para firmar un álbum debut sencillo, sin excesos, pero de los más efectivos que he escuchado últimamente. Sin grandes adornos (con las bases de un bajo, una guitarra, unos cuantos arreglos electrónicos y las voces alternantes hombre/mujer) han conseguido un álbum lleno de oscuridad, tristeza, amor, melancolía... que inevitablemente y quizá por su sencillez te enganchan desde la primera escucha. O puede que los delirios producidos por la fiebre jugaran a su favor. Vayan ustedes a saber. Sea como fuese, la próxima vez que hable con mi adolescente sobrina la diré (por enésima vez ) que deje de escuchar a Tokyo Hotel y se pase a The XX . O en su defecto Fujiyama Pensions, una banda de Logroño que me gusta más . Os dejo con Crystalised, una canción que como diría Montes es un... temón, temón!!!!.